LA FORJA DE UN REBELDE

1990


Disponible en RTVE

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Sinopsis

Hacia la mitad de nuestro siglo, un hombre novela su autobiografía y, al hacerlo, novela uno de los más convulsos períodos de nuestra Historia: agitaciones sociales, una guerra colonial, una precursora dictadura militar, el ilusionado adviento de la República, una guerra fraticida, la guerra civil…Arturo Barea Ogazón (ese hombre es un españolito que viene al mundo en pobre cuna, dotado desde sus primeros años a caballo de siglo, de un nada común espíritu de observación que le permitirá contar su vida, cierto, pero, al tiempo, la de tantos hombre, mujeres y niños de su generación y las generaciones sucesivas: la de todos cuantos se reconozcan en ella; o la de todos cuantos, simplemente, traten de reconocerse. 

Los estudios primero, como pobre, con los curas; sus trabajos de adolescente sometido a una explotación que lo sublevará; el angustiado vaivén entre la lealtad a las propias gentes y la tentación de abandonarlas por un pasar sin sobresaltos; la amistad, el amor; el asco y el horror como la otra cara de la moneda de la verdad oficiosa y oficial de una atroz guerra colonial; las bien cebadas tensiones destinadas a la quiebra de una gran ilusión: la República; la asunción, por fin, de la propia dignidad, al lado de los que, en definitiva, son los suyos… Y la derrota, a la que es necesario sobrevivir, porque sólo vivo se puede seguir luchando. En suma, el oficio de vivir; una vida, pues: la de alguien que creyó, con una firmeza probada sobre toda suerte de vacilaciones, que, a través de la acción, puede ser modificado el discurrir de la Historia. La cruda realidad no pudo desmentir tal optimismo porque vencido, desterrado y enfermo, Arturo Barea Ogazón siguió en la lucha, ahora como escritor, la manera que eligió de ser hombre….

CAPÍTULOS 1 Y 2: LA FORJA

El narrador es niño, el narrador es adolescente; un niño, un adolescente, como los demás, acaso más sensible y, ya sin dudas, más observador.

Un niño huérfano de padre (uno de los tantísimos mártires de la libertad) que estudia con los frailes, como pobre, y que comparte desgarradoramente la vida con su madre (la señora Leonor, lavandera del Manzanares) y unos viejos tíos en segundo grado de desahogada posición que son toda una garantía para un futuro halagüeño

Pero el tío muere y se derrumba al viejo anhelo de cursar estudios superiores. El niño entra a trabajar como aprendiz en una tienda; el adolescente, como aprendiz en una casa de banca. Dos trabajos (sus dos primeros trabajos) que abandonará por las bravas. Y, con las manos vacías, proseguirá su dolorida peripecia de aprendiz, de aprendiz de hombre.

Su vida es la vida de miles de niños, de miles de adolescentes que, como él, se ven también sometidos a la desesperzanza y la desesperación de una España incapaz de salvar los obstáculos tradicionales que, desde hace tanto tiempo, vienen oponiéndose a su desarrollo y su progreso como pueblo, como colectividad.

Un proyecto de hombre (rebelde por intuición) frente a su asfixiante circunstancia, con los descubrimientos y las revelaciones propios de una edad (la infancia, la adolescencia) que envidian a los niños y a los adolescentes quienes nunca fueron niños ni fueron adolescentes. 

Unos años, en fin, determinantes porque, sin ellos, Arturo Barea Ogazón no habría sido nunca el hombre que dio en ser.

 

CAPÍTULOS 3 Y 4: LA RUTA

La guerra de África ante los penetrantes ojos de un joven sargento que no reconocerá, en esa espantosa realidad que le toca vivir, la pomposa retórica imperial e imperialista con que se la reviste al otro lado del Estrecho: en la metrópoli.

Porque la gran gesta de la versión oficial es, para quienes la sufren, una mezcla cruel de miserias y corrupciones, de ferocidades y horror, de miedos, desesperación y muerte.

Arturo Barez Ogazón llegará a combatir en primera línea hasta que la enfermedad lo vence. Vuelve a casa de permiso y lee en los periódicos la relación de los hechos de los que él mismo es testigo de mayor excepción, que más que una relación es una fantasía, que corregirá, amargamente, durante su dolorida convalecencia.

Vuelve a África, pero ahora no a primera línea como antes, sino a un oscuro destino en oficinas militares, todo un privilegiado observatorio para descubrir que la cuestión africana no es más que un interesado entramado de vilezas y complicidades. El joven sargento es ya, a los veintipocos años, el hombre que está de vuelta, un modo de sobrevivir frente a la cobardía y la estupidez.

Y descubre el amor, o eso cree. Porque lo que descubre de verdad, aunque se resista a ello, es el dolor y la muerte, el sacrificio sin sentido de tantos jóvenes de las ciudades y los campos de España en ese matadero que es Marruecos, tan rentable para algunos bolsillos y, sobre todo, para tantas conciencias, para tantas malas conciencias.

La licencia, al fin: el Arturo que vuelve es otro muy distinto del que se fue. Encuentra trabajo, un buen trabajo, y se casa por lo que él cree que es amor.

Conoce a Primo de Rivera, el dictador al que, a instancias de éste, habla de la cuestión africana, que conoce porque la padeció.

CAPÍTULOS 5 Y 6: LA LLAMA

La República, una ilusión general que sacude la modorra de los españoles; y que sacude también las conciencias: es preciso defenderla de quienes la atacan desde que nació.

Fracasado en su matrimonio y triunfador en su trabajo, Arturo Barea Ogazón vivirá en Novés, una pequeña localidad toledana a la que ha trasladado a su familia las grandes tensiones que, a gran escala, vive España. Novés es un micromundo, pero en él se dan los mismos enfrentamientos que agitan premonitoriamente la España de aquellos días.

Hay que elegir, y Arturo elige. Elige ponerse del lado de los suyos, elige la fidelidad a sus raíces. Por lo que, desoyendo consejos y amenazas, participa en la campaña electoral a favor de ese Frente Popular que arrollará en las urnas.

El ataque a la República es, ahora, sistemático. Y llega lo inevitable: la Guerra Civil.

Conocedor de idiomas, Arturo Barea Ogazón es destinado al Departamento de Prensa del Ministerio de Estado como censor de tanto corresponsal de guerra que, de otro modo, habría proclamado ya la temida gran noticia: que Franco ha entrado en Madrid. Entrará, al fin, pero treinta meses más tarde.

Y Arturo no lo verá porque, derrotado, enfermo y, por añadidura, enamorado, abandonará antes el heroico Madrid en que fue niño, adolescente y hombre. Y al que supo defender primero, con la palabra oral, a través de las ondas; con la palabra escrita, muy pronto.

Un libro suyo (su autobiografía, esta autobiografía) será un arma de combate, el arma de combate de quien no se rinde.

 

 

Ficha técnica

Intérpretes: Antonio Valero, Manuel Alexandre, Rafael Alonso, Ángel de Andrés López, Ángel de Andrés Miquel, Simón Andreu, María Barranco, Lydia Bosch, Paco Catalá, Emilio Gutiérrez Caba, Alicia Hermida, Carlos Hipólito, José Luis López Vázquez, Luis Prendes, Félix Ro

Director: Mario Camus

Dirección Artística: Rafael Palmero

Dirección Producción: Ricardo García Arrojo

Productor: Félix Tusell Gómez y José Luis Olaizola

Música: Luis Llach

Montaje: José María Biurrun